La riqueza natural de Taif queda patente en la abundancia de frutas y flores, las majestuosas montañas y formaciones volcánicas y sus antiguos mercados con cientos de años de antigüedad, que permiten experimentar una inmersión cultural sin parangón.
Cruzar las puertas del Museo del Palacio Shubra supone viajar en el tiempo. Se trata de la antigua residencia real de verano del rey Abdulaziz y, más tarde, del rey Faisal. Todo un sorprendente retorno a la antigua Taif gracias a los detalles arquitectónicos del museo, como las intrincadas celosías de las ventanas y balcones, y los impolutos interiores de mármol.
Hay un antiguo proverbio árabe que dice: «Si florece la rosa, comemos y bebemos junto a ella; si se marchita, no lo lamentamos». No se pierda la temporada de la cosecha, de mayo a julio, antes de que las rosas marchiten, y visite la fábrica de rosas Al Qahdi, de 120 años de antigüedad, para ver cómo se convierten los pétalos en perfumes, agua de rosas y otros productos.
Si los italianos hacen vida en sus piazzas, a los árabes se les suele encontrar en los zocos. El antiguo zoco de Taif, uno de los más grandes del país, se alza en pleno corazón del precioso y renovado centro histórico. Es un mercado imprescindible. Pasee por el mercado para comprar artesanía local, miel de la zona, agua de rosas y disfrutar de un refrescante té con menta.
Al Shafa, a unos 25 km al suroeste de Taif, es el pico más alto de la región y ofrece vistas panorámicas al paisaje de los alrededores. El parque del monte Daka, situado en lo alto, ofrece muchas actividades como paseos en camello o en buggy por las dunas, entre otras.
Taif es la capital de la fruta ecológica de Arabia Saudí y los restaurantes de la ciudad sirven platos regionales preparados con melocotones, granadas, uvas y dátiles.
El cráter Al Wahba mide 2 kilómetros de ancho y 250 metros de profundidad, y alberga una cama salina brillante en su corazón. Se puede subir hasta este cráter volcánico, una auténtica maravilla natural. Los habitantes de la zona cuentan que es el fruto de una historia de amor entre dos montañas. El cráter está a dos horas en coche de Taif y es un lugar que no se puede perder.
Siga los pasos de las tribus nómadas de Arabia por estas rutas de senderismo que cruzan las llanuras del desierto en los alrededores de Taif. No hay mejor forma de acabar del día que acampando al aire libre, junto a una hoguera, para poder contemplar el cielo estrellado en todo su esplendor.