El oasis de Al Ahsa, un paraíso de palmeras y manantiales de agua cristalina en pleno desierto, se presenta como un refugio asombroso de las duras e indómitas llanuras de Rub al-Jali (Cuarto Vacío). Durante miles de años, las tierras fértiles de la región han atraído a comerciantes y caravanas que cruzaban las antiguas rutas comerciales creando vínculos por toda la península arábiga y más allá, y han sido lugar de descanso para los primeros peregrinos de camino a La Meca.
El oasis de Al Ahsa, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por los numerosos monumentos arqueológicos de la ciudad y que demuestran que hubo asentamientos humanos desde el Neolítico, se está ganando un hueco rápidamente como uno de los destinos turísticos más fascinantes de Arabia Saudí.