Ushaiger, un pueblo histórico escondido en el corazón de Najd, una región salpicada de oasis a 200 kilómetros al noroeste de Riad, permite vislumbrar el ritmo lento de la antigua sociedad saudí.
Habitada por beduinos hace 1.500 años, Ushaiger, con sus manantiales, olivos y palmeras, pronto se convirtió en una parada habitual de los peregrinos de camino a La Meca. Pero lejos de ser una pieza de museo desértica y polvorienta, Ushaiger, con su caprichoso nombre que significa «pequeña rubia» por una cercana montaña roja que se alza sobre las casas de adobe amarillo, sigue contando con una pequeña comunidad de residentes que utiliza sus escuelas, tiendas y mezquitas. Pasear por sus estrechas callejuelas es adentrarse en un museo vivo, que tiene el sello de una antigua forma de vida.
Ushaiger, encerrada entre gruesos muros, es un laberinto de callejones sinuosos, senderos con sombra y pasarelas de madera que cruzan entre cientos de casas de adobe. La localidad se distribuye en distritos y está dividida en dos por un palmeral. También cuenta con un grupo de bonitas casas reformadas, que son un ejemplo espléndido de la arquitectura de Najd, con sus particulares techos y ventanas triangulares, y sus puertas de madera talladas. Algunas todavía conservan los nombres de las familias que vivieron en ellas.